El libro analiza de forma clara y contundente los últimos compases de esta reciente crisis económica, una tercera fase que establece los cimientos de un nuevo modelo socioeconómico sin precendentes, donde las desigualdades, la inestabilidad laboral y la decadencia del sistema de protección social se combinan generando futuro estremecedor. Lectura obligatoria que generará debate y los críticos lo calificarán como libro apocalíptico pero debe ser leído.
La crisis actual, la que empezó en el año 2007. Porque trata de la Tercera Fase de esa crisis, que además es también el periodo final. Cuando acabe definitivamente, hacia el año 2023, ya no habrá crisis porque se habrá alcanzado la estabilidad con la implantación de un nuevo modelo socioeconómico. Y habrá desaparecido la incertidumbre vivida durante estos años y que aún dista bastante de haber terminado.
La crisis habrá finalizado, pero jamás volveremos a lo que vivimos ni a cómo lo vivimos. Nunca volveremos a ser ni como fuimos ni lo que fuimos. Porque los años que vendrán más allá de 2023 serán tiempos de inestabilidad e incertidumbre personal en un contexto de ultraflexibilidad controlada, de estabilidad inestable.
Esta crisis habrá sido tremenda porque no ha sido una recesión más, ni siquiera una crisis más. Habrá sido una crisis sistémica. Cuando hablamos de crisis, no estamos hablando de una recesión. Este es un detalle importante. Una recesión puede producirse porque el volumen de créditos sea demasiado grande y el consumo no pueda seguir ese ritmo, por ejemplo. O porque los costes de producción suban, los precios también aumenten (de rebote) y haya que regular la oferta monetaria, reduciéndola o haciéndola crecer. Todo esto puede provocar una recesión o suceder por culpa de una recesión. Pero una crisis sistémica o de modelo es algo completamente distinto. No es un fenómeno coyuntural ni superficial, sino un acontecimiento profundo que pone a revisión cómo se han hecho las cosas. Y eso es lo que pasó en 2007.
Económicamente: la idea básica del capitalismo es ir siempre a más. Esto es muy importante. Estamos en una situación de tránsito. Parece que vamos a mejor, pero no se han solucionado ciertos problemas que produjeron la caída. Tenemos un sistema (el capitalismo) y un modelo básicamente fundado sobre una frase: «Ir a más».
No vamos a cambiar de sistema, seguimos en el capitalismo; pero sí se va a cambiar de modelo, de manera de hacer las cosas. El modelo del «ir a más» se ha agotado. Hay que poner en marcha un modelo diferente, basado en otro concepto. La deuda pública es la deuda del Estado y de los entes públicos. Ha alcanzado unas cotas absolutamente monstruosas, en todos los Estados. La deuda pública se mide en relación con el PIB. Dentro de la deuda pública hay que distinguir dos aspectos: la deuda pública interior y la exterior. La interior es la que han comprado los residentes en el país. Sin embargo, si la deuda la compra un inversor de otra nacionalidad, se considera que es deuda exterior. España tiene el inmenso y dudoso honor de ser el segundo país del mundo con una mayor deuda exterior. Así que cuando los políticos hablan de que, por ejemplo, Italia está fatal porqué tiene un 139 % de deuda, sí, es cierto: Italia no está bien. Pero habría que precisar que, en cambio, su deuda exterior es mucho menor que la de España. Es decir, que es un país con mucha deuda pública, pero poco dependiente del exterior.
Tener una deuda exterior elevada es malo porque, efectivamente, hace que ese Estado sea económicamente dependiente de otros países. Japón tiene una deuda pública del 240 %, pero casi toda es interior. España debe casi 50 miles de millones a Estados Unidos, 112 miles de millones a Francia, casi 20 miles de millones a Portugal, etcétera. En total, según lo mostrado por el cuadro, 1,9 billones de euros. ¿Por qué los inversores siguen comprando deuda? Respuesta: por los intereses. España pagó, en 2017, más de treinta mil millones de euros en intereses, que se han convertido en la tercera partida más importante del presupuesto. Educación, sanidad y deuda (además de pensiones).
El aumento de la capacidad de producción y este descenso de la capacidad de consumo, creo que en esta Tercera Fase de la crisis hay un riesgo elevado de volver a caer en una espiral bajista. El equilibrio llegará, pero recortando, es decir, por la parte de abajo. La precariedad, que normalmente relacionamos con el salario, es en realidad mucho más que precariedad de ingresos. Es cobrar poco, pero, además, es no saber exactamente qué se va a cobrar el mes que viene. Es inseguridad laboral, a pesar de estar trabajando. Es incertidumbre.
En España, el diecisiete por ciento de los trabajadores es pobre. Y esa pobreza se da porque las personas que están en esa situación no trabajan el tiempo suficiente para conseguir una renta por encima del nivel de pobreza. Ahora, la antigua identificación entre pobre y homeless va mucho más allá. Lo más probable es que siga habiendo pensiones, pero quedarán asimiladas a una renta básica. Vamos a asistir a una «asimilación», a la asunción de que el modelo de protección social no es sostenible. En consecuencia, ese modelo va a ir adaptándose a la situación existente en cada momento, de forma bastante progresiva (dentro de lo posible). Las políticas sociales, el modelo de protección social, ha sido sostenible mientras ha habido fondos para financiarlo. Sin embargo, ahora, con la situación que hemos ido viendo con detalle, los niveles de deuda exterior, el creciente aumento de los gastos sociales y la bajada de recaudación, ese modelo (tal como lo hemos entendido y vivido hasta ahora) es simplemente insostenible. Los recortes no pueden llegar hasta cero. En mi opinión, la renta básica será la última trinchera del modelo de protección social. Me refiero a una renta universal, incondicional y adaptada al poder adquisitivo de cada zona. Me parece algo inevitable, incluso políticamente, porque el peor enemigo para el sistema es el individuo que no tiene nada que perder. Si recortas, eliminas, quitas todas las prestaciones del modelo de protección social, la gente se quedará absolutamente desnuda, sin nada. Y esto es muy peligroso.
Esta Tercera Fase de la crisis será la fase de las corporaciones. Van a asumir un tipo de protagonismo comparable al que ahora tienen los Estados. Incluso podría ocurrir en campos como el de la protección social, con, por ejemplo, las coberturas sanitarias. Veremos cosas que sobrepasan lo que ocurre incluso en Estados Unidos. En muchos casos, allí la cobertura médica es parte de la retribución de una persona, es decir, que las coberturas médicas de los empleados las paga, total o parcialmente, la empresa en la que esas personas trabajan. Y no me refiero tanto a privatizar la sanidad como a que las grandes corporaciones o grupos de corporaciones asumirán servicios que actualmente presta el Estado, a través de acuerdos. El problema será, como en Estados Unidos, lo que ocurra con los ciudadanos que se queden sin trabajo. Seguramente se acabará implantando un sistema de asistencia estatal, pero de mucha menos calidad que la actual sanidad pública de la que gozamos en los países de la Unión Europea; es decir, que tendrá coberturas muy inferiores.
Tendemos hacia un modelo en el que estas grandes corporaciones se convertirán en los «salvadores», porque está claro que los Estados no pueden. ¿Qué significa un mundo posglobal? La conectividad absoluta entre personas, entidades e instituciones económicas y sociales. Es, como hemos visto, la fase del Internet de las cosas. En los próximos años, la hiperconectividad tomará carta de naturaleza y será total, con todas las implicaciones que el viaje instantáneo de la información conlleva.
El mundo posglobal tiende hacia una situación de información instantánea, a todos los niveles. También entre entidades, corporaciones, banca… Así pues, el concepto de Estado se diluye. Lo que toma importancia es la idea de clúster: zonas integradas en redes de colaboración conformadas y dirigidas por corporaciones.
Vamos hacia producir más unidades (o las mismas unidades), pero en menor cantidad de tiempo, no va a ser lo más importante. Primará la eficiencia: utilizar la menor cantidad posible de factores productivos (desde energía a consumibles o utillajes y recambios, y también factor trabajo) para generar la cantidad precisa de aquello que haga falta y en el momento en que haga falta. Durante la fase basada en la producción, hasta hace pocos años, lo crucial era el volumen. Los costes eran importantes, pero lo realmente clave era generar mucho, en cantidad. Ahora, insisto, la clave será generar la cantidad que haga falta, cuando haga falta. Siempre bajo la idea de la eficiencia. A lo «conveniente» desde muchos ámbitos: la «elección» de trabajo, de automóvil, de vivienda, de colores. La idea de elección ha servido al capitalismo para consolidarse y expandirse productivamente. Pero ahora (y debido a todos los cambios que hemos ido viendo) el sistema ha llegado a otro punto situado más allá. La situación actual, después de la fase de gasto público y austeridad repentina que hemos tenido en las dos primeras fases de la crisis, descarta la posibilidad de malgastar recursos.
Esto nos demuestra que estamos entrando en otro modelo, aunque sea dentro del mismo sistema capitalista. En resumen, vamos hacia un modelo muy distinto del que hemos vivido hasta ahora: en el nuevo, el individuo va a perder muchísimo protagonismo, libertad e independencia para quedar integrado en un colectivo. A la vez, se le va a trasladar una responsabilidad enorme para los estándares actuales. La tendencia indica que se va a hacer responsable a la ciudadanía de cosas que hasta ahora garantizaba el Estado mediante el modelo de protección social. Económicamente, los cambios más importantes del nuevo modelo se van a dar en el ámbito productivo y en el consumidor. Así, la clase media (tal y como la conocemos ahora) será la más afectada, porque las desigualdades sociales tienden a acentuarse; la distancia entre unas clases y otras crecerá. Durante muchos años de capitalismo, el objetivo ha sido que la clase media fuera cuantitativamente lo mayor posible. Tenían que formarla el mayor número de individuos y de familias, su cifra debía ser muy superior a la de la clase alta y baja. Pero el nuevo modelo productivo ya no necesita la masa de individuos que antes precisaba para producir los bienes y servicios necesarios. Eso nos conducirá a la paulatina reducción de esa clase media populosísima compuesta por trabajadores cualificados y consumidores muy notables.
¿Y qué pasará con lo que se ha dado en llamar la «libre competencia»? Desaparecerá, porque de forma natural el capitalismo tiende al oligopolio. De hecho, en el capitalismo post-2023, este sistema alcanzará su objetivo. Es decir, se asistirá a la constitución de oligopolios por parte de las corporaciones mundiales. El capitalismo habrá triunfado, lo que supondrá el principio de su declive, porque habrá alcanzado su meta. Por esa misma razón, se habrá agotado. De ahí que se pueda prever su final. Si se cumplen los plazos históricos que hemos tenido hasta ahora, eso ocurrirá entre el año 2060 y el 2070.
Libros del autor comentados en el blog:
https://weedjee.wordpress.com/2015/07/20/diario-del-crash-santiago-nino-becerra/
https://weedjee.wordpress.com/2015/07/21/mas-alla-del-crash-santiago-nino-becerra/
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The book analyzes in a clear and forceful way the last measures of this recent economic crisis, a third phase that establishes the foundations of a new socioeconomic model without precedents, where inequalities, labor instability and the decay of the social protection system combine generating shuddering future. Mandatory reading that will generate debate and critics will qualify it as an apocalyptic book but it must be read.
The current crisis, which began in 2007. Because it deals with the Third Phase of that crisis, which is also the final period. When it ends definitively, by the year 2023, there will be no crisis because stability will have been achieved with the implementation of a new socioeconomic model. And the uncertainty lived during these years and that is still far from being over will have disappeared.
The crisis will be over, but we will never return to what we live or how we experience it. We will never be as we were or what we were. Because the years that will come beyond 2023 will be times of instability and personal uncertainty in a context of controlled ultra-flexibility, of unstable stability.
This crisis will have been tremendous because it has not been another recession, not even one more crisis. It will have been a systemic crisis. When we talk about crisis, we are not talking about a recession. This is an important detail. A recession can occur because the volume of credits is too large and consumption can not keep pace, for example. Or because production costs rise, prices also increase (rebound) and we have to regulate the money supply, reducing it or making it grow. All this can cause a recession or happen because of a recession. But a systemic or model crisis is something completely different. It is not a conjunctural or superficial phenomenon, but a profound event that puts to review how things have been done. And that’s what happened in 2007.
Economically: the basic idea of capitalism is to always go for more. This is very important. We are in a transit situation. It seems that we are getting better, but certain problems that caused the fall have not been solved. We have a system (capitalism) and a model basically based on a phrase: «Go to more.»
We are not going to change the system, we are still in capitalism; but it is going to change the model, to do things. The «go to more» model has been exhausted. You have to start a different model, based on another concept. The public debt is the debt of the State and public entities. It has reached absolutely monstrous heights, in all States. Public debt is measured in relation to GDP. Within public debt, two aspects must be distinguished: internal and external public debt. The interior is what the residents of the country have bought. However, if the debt is purchased by an investor of another nationality, it is considered to be foreign debt. Spain has the immense and dubious honor of being the second country in the world with a greater external debt. So when politicians talk about why, for example, Italy is fatal because it has 139% debt, yes, it is true: Italy is not well. But it should be noted that, on the other hand, their foreign debt is much lower than that of Spain. That is, it is a country with a lot of public debt, but little dependent on the outside.
Having a high external debt is bad because, in effect, it makes that State economically dependent on other countries. Japan has a public debt of 240%, but almost everything is internal. Spain owes almost 50 billion to the United States, 112 billion to France, almost 20 billion to Portugal, and so on. In total, as shown by the table, 1.9 trillion euros. Why do investors keep buying debt? Answer: for the interests. Spain paid, in 2017, more than thirty billion euros in interest, which has become the third most important item in the budget. Education, health and debt (in addition to pensions).
The increase in production capacity and this decrease in consumption capacity, I believe that in this Third Phase of the crisis there is a high risk of falling back into a downward spiral. The balance will come, but cutting, that is, from the bottom. Precariousness, which we normally associate with salary, is actually much more than precarious income. It is charging little, but, in addition, it is not knowing exactly what is going to be charged next month. It is job insecurity, despite being working. It is uncertainty.
In Spain, seventeen percent of workers are poor. And that poverty occurs because people who are in that situation do not work long enough to get an income above the poverty level. Now, the old identification between poor and homeless goes much further. Most likely, there will still be pensions, but they will be assimilated to a basic income. We are going to attend an «assimilation», to the assumption that the social protection model is not sustainable. Consequently, this model will be adapted to the current situation at a given moment, in a rather progressive manner (as far as possible). Social policies, the social protection model, have been sustainable while there have been funds to finance it. However, now, with the situation that we have been seeing in detail, the levels of external debt, the growing increase in social spending and the fall in collection, this model (as we have understood it and lived until now) is simply unsustainable . The cuts can not reach zero. In my opinion, the basic income will be the last trench of the social protection model. I refer to a universal income, unconditional and adapted to the purchasing power of each area. It seems to me something inevitable, even politically, because the worst enemy to the system is the individual who has nothing to lose. If you cut, eliminate, remove all the benefits of the social protection model, people will be absolutely naked, with nothing. And this is very dangerous.
This Third Phase of the crisis will be the phase of the corporations. They are going to assume a kind of protagonism comparable to that which the States now have. It could even happen in fields such as social protection, with, for example, health coverage. We will see things that go beyond what happens even in the United States. In many cases, medical coverage is part of the compensation of a person, that is, that the medical coverage of the employees is paid, totally or partially, by the company in which those people work. And I do not mean so much to privatize health as to the fact that large corporations or groups of corporations will assume services currently provided by the State, through agreements. The problem will be, as in the United States, what happens to citizens who are left without work. Surely it will end up implementing a system of state assistance, but much less quality than the current public health that we enjoy in the countries of the European Union; that is to say, that it will have very inferior coverages.
We tend towards a model in which these large corporations will become the «saviors», because it is clear that States can not. What does a post-global world mean? The absolute connectivity between people, entities and economic and social institutions. It is, as we have seen, the phase of the Internet of things. In the next few years, the hyperconnectivity will take a nature card and be total, with all the implications that the instantaneous trip of the information entails.
The postglobal world tends towards a situation of instantaneous information, at all levels. Also among entities, corporations, banking … Thus, the concept of State is diluted. What matters is the idea of a cluster: areas integrated into collaboration networks formed and directed by corporations.
We’re going to produce more units (or the same units), but in less time, it’s not going to be the most important thing. Efficiency will prevail: use the least possible amount of productive factors (from energy to consumables or tools and spare parts, and also work factor) to generate the precise amount of what is needed and at the time it is needed. During the production-based phase, until a few years ago, the crucial thing was volume. The costs were important, but the really key was to generate a lot, in quantity. Now, I insist, the key will be to generate the amount that is needed, when necessary. Always under the idea of efficiency. A «convenient» from many areas: the «choice» of work, car, housing, colors. The idea of choice has served capitalism to consolidate and expand productively. But now (and due to all the changes that we have been seeing) the system has reached another point beyond. The current situation, after the phase of public spending and sudden austerity that we have had in the first two phases of the crisis, rules out the possibility of wasting resources.
This shows us that we are entering another model, even within the same capitalist system. In short, we are going towards a very different model from the one we have lived up to now: in the new one, the individual will lose a lot of protagonism, freedom and independence to be integrated into a collective. At the same time, you will be transferred a huge responsibility for the current standards. The trend indicates that citizens will be held responsible for things that until now the State has guaranteed through the social protection model. Economically, the most important changes of the new model are going to occur in the productive sphere and in the consumer. Thus, the middle class (as we know it now) will be the most affected, because social inequalities tend to accentuate; the distance between some classes and others will grow. During many years of capitalism, the objective has been for the middle class to be quantitatively as large as possible. They had to form the largest number of individuals and families, their figure should be much higher than the upper and lower class. But the new productive model no longer needs the mass of individuals that previously needed to produce the necessary goods and services. That will lead us to the gradual reduction of that populous middle class made up of skilled workers and very notable consumers.
And what will happen to what has been called «free competition»? It will disappear, because in a natural way capitalism tends to oligopoly. In fact, in post-2023 capitalism, this system will achieve its objective. That is to say, the formation of oligopolies will be assisted by the world corporations. Capitalism will have triumphed, which will be the beginning of its decline, because it will have reached its goal. For that same reason, it will be exhausted. Hence, its end can be foreseen. If the historical deadlines that we have had until now are met, that will happen between the year 2060 and 2070.
Books from the author commented in the blog:
https://weedjee.wordpress.com/2015/07/20/diario-del-crash-santiago-nino-becerra/
https://weedjee.wordpress.com/2015/07/21/mas-alla-del-crash-santiago-nino-becerra/