Lucrecia ha pasado una semana en coma inducido. Un respirador y sustancias inotrópicas la mantienen con vida, pero el cerebro está dañado, eso es seguro, aunque aún no sepan cuánto; los resultados de la encefalografía y la tomografía axial computarizada no son muy halagüeñas. Aún así, como es joven y el cerebro sigue siendo un misterio y los milagros se dan todos los días, esta tarde harán una prueba para ver si es capaz de empezar a respirar espontáneamente. Ventilarán con oxígeno durante diez minutos y retirarán el respirador automático.
Después de disfrutar de su último libro, «La última cabaña», y tras leer buenas valoraciones de este primero las sensaciones son muy diferentes. No me transmitió casi nada, ni la historia, ni los personajes, ni el estilo de escritura. Los últimos capítulos, con un enfoque más descriptivo, mejoraron algo el conjunto. Lo que sí se aprecia es una evolución espectacular de la autora…
«Lucrecia ya solo ve en esas muecas los estertores de la muerte de su amigo.
– Nada Guille. Nada de lo que tú pretendes. Para mí esto ha sido siempre lo que ha sido, Guille. No te he engañado nunca, no te he dado falsas esperanzas ni he coqueteado jamás contigo, lo sabes. Si tú has comenzado a sentir otra cosa…
– ¿Comenzado? Te quiero desde que te vi.»
«- Pues menos gente para joderte. Es muy doloroso empezar a respirar, darte cuenta de sopetón del egoísmo de tus padres, que no es que quisieran lo mejor para ti, sino para ellos, para sentirse bien ellos; ser consciente de lo superficial de las relaciones que creías firmes, de que convives con la envidia, el interés y el desapego de tus compañeras, de que entre los que creías tus amigos hay, en el mejor de los casos un reprimido homosexual que no tiene huevos de decírtelo y un jodido yonqui que no se hundirá solo, y en el peor, una rata infame, un miserable en el que confiabas y… En fin, que nadie es como crees, y cuando haces notar que lo sabes, todos empiezan a rechazarte. Duele abrir los ojos, pero luego es genial poder reconocer por instinto a quien merece la pena, a quien estás de alguna manera conectada quién sabe por qué y desde cuándo, seres como Robert… y como tú».
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Lucrecia has spent a week in an induced coma. A ventilator and inotropes keep her alive, but her brain is damaged, that’s for sure, though she still doesn’t know how much; the results of the encephalography and computerized axial tomography are not very encouraging. Even so, since she is young and her brain is still a mystery and miracles happen every day, this afternoon they will do a test to see if she is able to start breathing spontaneously. They will ventilate with oxygen for ten minutes and remove the automatic respirator.
After enjoying her latest book, «The Last Cottage», and after reading good reviews of this first one, the sensations are very different. She transmitted almost nothing to me, neither the story, nor the characters, nor the writing style. The last chapters, with a more descriptive approach, somewhat improved the whole. What can be appreciated is a spectacular evolution of the author…
«Lucrecia now only sees in those grimaces the death rattles of her friend.
– Nothing Guille. Nothing that you want. For me this has always been what it has been, Guille. I have never cheated on you, I have never given you false hope or I have ever flirted with you, you know that. If you have begun to feel something else…
– Started? I love you since I saw you.»
– «Well, fewer people to fuck with you. It is very painful to begin to breathe, to suddenly realize the selfishness of your parents, which is not that they wanted the best for you, but for them, to feel good themselves; to be aware of the superficiality of the relationships that you thought were firm, that you live with the envy, interest and detachment of your companions, that among those you thought were your friends there is, in the best of cases, a repressed homosexual who doesn’t have the balls to tell you and a fucking junkie who won’t sink alone, and at worst, an infamous rat, a wretch you trusted and… Well, no one is what you think, and when you make it clear that you know it, everyone starts to reject you. eyes, but then it’s great to be able to instinctively recognize who’s worth it, who you’re somehow connected to who knows why and since when, beings like Robert… and like you».
David, earth planet , knopfler and a humble man 