El Dominio Mundial. Elementos Del Poder Y Claves Geopolíticas — Pedro Baños Bajo / World Dominion: Elements Of Power And Geopolitical Keys by Pedro Baños Bajo (spanish book edition)

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— Tras las buenas sensaciones del primer libro no dudé un ápice en leer la obra que nos ocupa, ¿ y qué encontré ?, pues las claves de la geopolítica explicada al ciudadano medio y, el porqué de muchas cosas, como por ejemplo los bandazos políticos de Trump, sus ganas de debilitar a Europa no permitiendo nunca su unidad, las claves del poder económico, para mí de lo mejor del libro junto con los capítulos de los servicios de inteligencia y la comunicación estratégica..muy bueno el retrato de China y Rusia, por cierto con la última el autor se muestra un tanto condescendiente, sobre todo tras su injerencia en la política patria.
— Todo ello contado con una cercanía digna de elogio, para muestra un botón, el libro consta de casi 500 páginas y me ha llevado dos tardes su lectura, enganchándome cual Boa a su presa.
— Es de agradecer como el Coronel acerca al gran público las teorías sobre las relaciones internacionales, las cuales son harto falsas, pudiendo resumirse en el más fuerte tiene más pastel, ni kantnianos ni Groccios, teoría Maquiavelo, logrando con ello que el lector medio, tenga un esquema claro del resultado de muchas decisiones políticas ,tomadas por los gobiernos de turno, incluso en su contra, desechando conspiraciones de reptilianos, Anunnakis y otras pamplinas.
— Por lo tanto si le gustó el primero no dude en adquirirlo, lo va a disfrutar y lo leerá en varias ocasiones, aunque en esta vez debo quejarme de la calidad de algunos mapas en mi edición digital.
– Si con la primera obra salimos de la cueva, sigamos fuera, hay mucho que ver. Prefiero el primero.

La búsqueda del poder, definido como la capacidad de imponer de modo absoluto la voluntad propia sobre los demás, es una aspiración clásica e inmortal de las personas y los Estados. Si pensáramos que detrás de bonitas y cautivadoras palabras dirigidas a una teórica repartición del poder hay una voluntad real de ponerla en práctica, nos equivocaríamos completamente. El poder es demasiado atractivo y atrayente como para escapar a su influjo. Y si alguien dice que renuncia a él, miente o está aplicando la fábula de la zorra y las uvas, donde el astuto animal argumentaba que no le apetecían los frutos porque no estaban maduros, cuando únicamente estaba ocultando su incapacidad para alcanzar los deliciosos racimos.
Sin duda, los Estados intentan por todos los medios disponer de una cuota de poder. Dependiendo de sus características procuran que sea mundial —como en el caso de Estados Unidos, China o Rusia, las superpotencias— o, cuando menos, regional. En paralelo, buscan apartarse de la influencia de los poderosos, aunque la mayoría de los países no lo logran y se ven abocados a integrarse, de una forma u otra, en uno de los grandes bandos rivales, incluso en detrimento de sus intereses nacionales.

Es opinión ampliamente generalizada que la capacidad militar, sin haber perdido todo el protagonismo de antaño, ya no tiene la trascendencia de la que gozó durante siglos. Son múltiples las razones para llegar a esta aseveración. Por un lado, como las grandes potencias están dotadas de armamento nuclear, la inmensa fuerza destructora de estas armas imposibilita no solo su empleo —por el disuasivo principio de la destrucción mutua asegurada—, sino también que llegue a haber una confrontación directa entre los países que las poseen. Hoy en día, al no llevar a cabo un enfrentamiento directo de alta intensidad, las superpotencias libran batallas de bajo perfil en escenarios ajenos, en donde, además de recurrir a tropas interpuestas, hacen un uso intensivo de fuerzas de operaciones especiales y drones.
En su informe correspondiente al año 2018, Global Firepower, que se dedica al análisis de las capacidades militares de más de 135 países basándose en la potencia militar y factores como la geografía, la economía o los recursos, concluye que, tras el Ejército más poderoso del mundo (Estados Unidos), se sitúan Rusia, China, India y Francia. Washington solo es superado por Moscú en el número de carros de combate (20.216 medios acorazados rusos frente a 5.884 estadounidenses). En el resto de los apartados, los arsenales de Estados Unidos son numéricamente superiores, con diferencias en muchas ocasiones abismales.
En cuanto a efectivos, al incluir el personal en situación de reserva, Estados Unidos tiene más de 2,4 millones de soldados, pero es superado por Corea del Norte (con un total de 6,4 millones de efectivos en un país de 25 millones de personas), Corea del Sur (5,8 millones de efectivos), Vietnam (5,5 millones), India (4,2 millones), China (3,7 millones) y Rusia (3,4 millones).
De acuerdo con el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), el gasto militar mundial en 2017 —que incluye la compra de armamento, así como sueldos, pensiones, equipo diverso, investigación y desarrollo— fue de 1.740.000 millones de dólares. Estados Unidos invirtió 610.000 millones, el 35 % del total del mundo, una cifra tres veces más alta que la de China (228.000 millones) y prácticamente 10 veces más que la de Rusia (66.300 millones; lo redujo un 20 % con respecto al año anterior). Además, el gasto estadounidense es mayor que el de los siguientes siete países juntos, puesto que China gastó el 13 % del total mundial; Arabia Saudí, 4 %; Rusia, 3,8 %; India, 3,7 %; Francia, 3,3 %; Reino Unido, 2,7 %, y Japón, 2,6 %.
En torno al 92 % del total de armas nucleares se encuentran en manos de Estados Unidos y Rusia, con casi 7.000 cabezas cada uno. Los arsenales atómicos del resto de los países están a mucha distancia, pues se cuentan en cientos o decenas: Francia (300 cabezas), China (280), Reino Unido (215), Pakistán (entre 140 y 150), India (entre 130 y 140), Israel (80) y Corea del Norte (entre 10 y 20).

En 1989 nació en Sudáfrica una compañía militar privada llamada Executive Outcomes (EO). Creada por Eeben Barlow, antiguo teniente coronel del Ejército sudafricano, el espíritu de la firma fue claramente descrito por Nic van der Bergh, su director ejecutivo: «Somos una empresa privada, no una agencia humanitaria». El cometido principal de EO fue proporcionar entrenamiento encubierto a las fuerzas especiales de distintos países. Entre sus misiones destacó la formación de un selecto grupo de soldados que se infiltraron en los sindicatos que controlaban el tráfico ilegal de diamantes en Botsuana. Asimismo, en 1992 entrenó a las fuerzas angoleñas y luego combatió a favor del Gobierno contra los rebeldes de la Unidad Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA), para lo que empleó a exmilitares sudafricanos. La tarea de EO consistió principalmente en auxiliar al Gobierno de Luanda para recuperar el control de los yacimientos petrolíferos de Soyo, en poder de los miembros de la UNITA. Se estima que en esta operación los honorarios percibidos por EO, que corrieron por cuenta de la empresa petrolera paraestatal angoleña Sonangol, rondaron los 40 millones de dólares.
Actualmente las CMP (Compañías Militares Privadas) están presentes en numerosos países, principalmente en los escenarios de conflicto. La mayoría de ellas son de capital anglosajón, con sede principal en Estados Unidos o Reino Unido. Sin embargo, en los últimos años se han fundado empresas de este tipo en otros países. Aunque el artículo 348 del Código Penal ruso prohíbe expresamente la figura del mercenario, se cree que a partir de 2011 Rusia empezó a plantearse la posibilidad de crear CMP para su empleo en el extranjero, como una forma de garantizar los intereses nacionales sin la participación directa del Estado. En realidad, el Kremlin no hacía más que replicar lo que hasta entonces habían hecho con profusión otros países, especialmente Estados Unidos. Además, se consideró que estas compañías podían acoger a los militares retirados, pues en ese momento los ministerios rusos de Defensa e Interior planeaban una reducción en sus plantillas.
Sin duda, la CMP más conocida es Blackwater. Fundada por Erik Dean Prince, quien formó parte de los Navy SEAL —la principal fuerza de operaciones especiales de la Armada estadounidense—, esta empresa se dio a conocer en 2007, tras perpetrar la matanza de 17 civiles en la plaza Nisour de la capital iraquí. En 2009 adquirió el nombre Xe, y dos años después pasó a denominarse Academi, cuando ya se había desvinculado de su fundador.

El dinero ha sido, como principal facilitador de la conquista del poder, el gran motor del mundo. La riqueza siempre ha permitido comprar bienes, servicios y voluntades, con lo que se llega a tener una influencia o ascendiente total sobre los demás, su control absoluto, su sometimiento pleno, es decir, se consigue la verdadera finalidad del poder.
La globalización es un proceso de carácter eminentemente occidental, pues han sido los países occidentales los que la han impulsado y han impuesto al resto del mundo sus principios: la democracia, la economía de mercado, el liberalismo económico, la iniciativa privada y el capitalismo. Aunque este proceso globalizador contempla varias vertientes, sobre todo se entiende como tal la globalización económica, amparada básicamente por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Organización Mundial del Comercio (OMC). Con este fin, y por iniciativa de Washington, en 1944 se crearon el BM y el FMI en los acuerdos de Bretton Woods (New Hapshire, Estados Unidos), conferencia celebrada en el hotel Mount de dicha localidad los días 1 a 22 de julio y en la que participaron 44 países. A partir de aquel momento, Estados Unidos se erigió en el líder económico mundial al convertirse el dólar en la moneda de referencia internacional.
Hay que fijarse en los lugares donde se han localizado algunas de las principales reservas de gas natural de esquisto (shale gas), que, sin duda, antes o después se convertirán en objetivos geopolíticos, sobre todo dado el imparable aumento mundial de consumo de gas (según algunos estudios, para 2035 la demanda global de gas superará a la de petróleo y carbón juntos). En este sentido, uno de los países que parece disponer de uno de los mayores yacimientos es Argentina, lo que la sitúa en el punto de mira de las grandes potencias consumidoras y comercializadoras.
México está en una situación privilegiada similar. Si sus gobernantes saben gestionar adecuadamente este inmenso potencial.
Las agencias de calificación de riesgo financiero asociado al crédito se pueden utilizar como una herramienta de la guerra económica. Las más destacadas son las conocidas como las Big Three: Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch Ratings. Entre ellas controlan el 95 % del mercado financiero mundial. Standard & Poor’s fue creada en 1860 y actualmente es propiedad del poderoso e influyente grupo editorial estadounidense McGraw-Hill; su sede está en Nueva York. En la misma ciudad tiene su cuartel general Moody’s, cuyo accionista mayoritario es el norteamericano Warren Buffet, uno de los grandes inversores y de las principales fortunas del mundo. En cuanto a Fitch Ratings, con doble sede en Nueva York y Londres, fue fundada en 1913; desde abril de 2018, es propiedad plena de Hearst Communications, un gigantesco conglomerado estadounidense de medios de comunicación (periódicos, revistas y canales de televisión).
Las agencias de calificación disfrutan de un indudable poder directo e indirecto sobre la evolución de los mercados, al poder intervenir en el ataque especulativo a activos, la cotización de las divisas, el valor de los bonos emitidos y las primas de riesgo.

Diplomacia remite a la antigua Grecia, concretamente a la palabra diploun («doblado en dos»), empleada para hacer referencia a los diplomas (διπλομα), un tipo de documento oficial —una especie de carta— utilizado por los enviados de una autoridad para garantizar su seguridad durante los viajes. Esta carta tenía como característica que estaba doblada y sellada de una manera específica, de modo que solo pudiera ser abierta por el destinatario, normalmente otra autoridad política. De esta forma, el portador del diploma se convirtió en un diplomático. El término diploun pasó al latín como diploma y, siglos después, se transformaría en diplomatie (en francés) y diplomacy (en inglés).
Poco a poco, el contenido de la palabra diplomacia fue ampliándose para incluir los documentos con los que se relacionaban las cancillerías e incluso el archivo y la conservación de documentación oficial. A partir de principios del siglo XVI se empezó a emplear el término diplomático para hacer mención a la codificación de la escritura que se usaba para validar los diplomas emitidos por las autoridades eclesiásticas.
Se considera que la primera escuela diplomática fue creada en 1701 en la Santa Sede, por iniciativa del papa Clemente XI, a la que se dio el nombre de Academia de Nobles Eclesiásticos. Esto hace que el Vaticano disponga no solo del archivo más extenso y mejor conservado de asuntos diplomáticos del mundo, sino que además acumule una experiencia valiosísima para el ejercicio de su influencia, que practica en todos los rincones del planeta, con el apoyo de su extraordinariamente eficaz servicio de inteligencia.
Pero no será hasta finales del siglo XVIII cuando se comience a usar el término diplomacia en el sentido actual.
La diplomacia coercitiva, que algunos denominan diplomacia de la violencia cuando la amenaza del empleo de las capacidades militares se realiza de un modo claramente manifiesto, está dirigida sobre todo a modificar comportamientos y actitudes, y suele ser altamente eficaz. Se trata de mostrar a la otra parte la disposición a aplicar medidas más contundentes en caso de fallar las negociaciones. Para ello es fundamental que el mensaje se transmita con toda su intensidad. El grado de crudeza disuasoria en el campo diplomático puede alcanzar extremos como los reflejados en el gráfico, y no solo sería aplicado por Estados Unidos.
Para Rusia, la diplomacia digital es un instrumento fundamental para difundir los mensajes gubernamentales a la audiencia internacional, en el marco del programa de Apoyo a la Información de las Actividades en el Exterior. Moscú se ha volcado en la práctica de la diplomacia digital al observar las ventajas que supone en cuanto a la consecución de las finalidades de su política exterior.
Para el Kremlin, si hay una batalla que debe imperiosamente ganarse, esa es la de la información, la de la capacidad de influir en la opinión pública de modo tal que se pueda llegar a condicionar en el sentido apetecido. Ante la actual superioridad occidental en el ámbito de la información, es plenamente consciente de que debe redoblar sus esfuerzos en este campo, pues más que nunca es cierto que quien domina la información tiene en sus manos el mundo.
La Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) de Estados Unidos firmada por el presidente Donald Trump el 18 de diciembre de 2017 concede una enorme importancia a la diplomacia, en él se habla de dos tipos de diplomacia: la competitiva y la económica. En relación con la primera, el texto explicita que es una estrategia indispensable para identificar y solucionar los conflictos. Para ello, requiere de un eficiente empleo de recursos limitados, un cuerpo diplomático profesional, instalaciones modernas y seguras, y contactar con las poblaciones locales. Además, deja claro que la tecnología no puede sustituir a las relaciones personales. En cuanto a la segunda, entiende que es esencial para mantener el papel central de Estados Unidos en los foros financieros internacionales.

El agua es un requisito indispensable para la vida. Aunque ocupa el 71 % de la superficie del globo, el problema es que el 96,5 % es agua salada, imposible de emplear directamente ni para beber ni para regar. Del restante 3,5 % de agua dulce, la mayor parte, el 67 %, está congelada, con lo que el vital elemento solo está disponible para su consumo inmediato en una cantidad muy pequeña, que además está repartida de manera desigual. Si a ello se añade la creciente población mundial y el aumento de las exigencias hídricas —tanto de forma directa como en lo que se denomina agua virtual (el agua que se necesita para producir un determinado bien)—, la pugna por el líquido elemento está servida. No debemos olvidar que en el mundo hay casi 900 millones de personas que no tienen acceso directo a agua potable.
Es cierto que la técnica ayuda a paliar esta deficiencia. Donde hay escasez se emplean desaladoras o máquinas que extraen el agua de la humedad ambiental, pero el coste energético lo hace inasumible en grandes cantidades, y los países menos favorecidos simplemente no se lo pueden permitir.
África contiene en su seno minerales tan estratégicos y básicos como el uranio y el platino, la práctica totalidad de las reservas mundiales de cromo, la mitad de las de cobalto y manganeso, y una quinta parte de las de titanio. Posee además cantidades muy destacadas de cobre, bauxita, coltán (un mineral estratégico, utilizado en microelectrónica, telecomunicaciones y en la industria aeroespacial, por su especial capacidad para almacenar la energía y regular el voltaje), germanio, radio, casiterita (también altamente estratégico por su aplicación en sistemas de telecomunicaciones y aeronaves), estaño, zinc y otros minerales raros como, por ejemplo, europio, niobio y torio. Por último, el continente africano cuenta con reservas ingentes de oro petróleo diamantes y gas natural, tanto en tierra como en las aguas adyacentes.
En África compiten o pactan empresas multinacionales de los principales países del mundo. Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Australia y Francia encabezan la lista, y se han sumado con fuerza otros países como China, India o Brasil. Muchas de las empresas occidentales se aprovechan del «poder”
El caso actual más llamativo es el de China. Para mantener su ritmo de producción industrial se ve obligada a conseguir en el exterior energía, metales y minerales estratégicos. Más acuciante incluso es alimentar a su población. China vive una gran migración interna hacia ciudades masificadas. Las estimaciones apuntan que para 2020 unos 1.000 millones de chinos vivirán en grandes áreas urbanas, lo que lleva aparejado un incremento del nivel de vida y, por lo tanto, un notable aumento del consumo de todo tipo de bienes, comenzando por el agua y los alimentos. Pero este país asiático, con más del 20 % de la población mundial, tan solo dispone del 7 % de las tierras productivas del planeta, y una parte importante de ellas está amenazada por la sequía y la desertización. Por ello, el Gobierno chino se ve abocado a obtener recursos alimenticios allí donde puede o le dejan. Por si fuera poco, se estima que apenas cuenta con el 8 % de los recursos hídricos del mundo, de los cuales una parte considerable están contaminados.
Con estos datos se entiende que Pekín se establezca en la fabulosa despensa de recursos que significa África o se aventure en Latinoamérica, sin olvidar los ricos pastizales que abundan en Mongolia.
Londres ha utilizado su poder e influencia para garantizar que las empresas británicas controlen buena parte de los principales recursos estratégicos de África, en particular, oro, platino, diamantes, cobre, petróleo, gas y carbón. Unas 100 compañías que cotizan en la Bolsa de valores de la capital inglesa, gran parte de ellas británicas, operan en la mayoría de los países de África subsahariana. Así lo demuestra el informe The New Colonialism: Britain’s Scramble for Africa’s Energy and Mineral Resources, en el que se explicita que las grandes empresas británicas, respaldadas por su Gobierno, están a la cabeza de una nueva carrera por el reparto de África con el objetivo de obtener el control de las materias primas. El informe también pone de relieve que las empresas mineras de Reino Unido son ampliamente responsables de la degradación del medio ambiente en los países africanos, así como de muertes en las minas o en zonas cercanas, reasentamientos forzados e injustos, violación de los derechos laborales y otros excesos.

En los últimos años, China parece empeñada en tomar la delantera de una renovada carrera espacial, a la que llegó con mucho retraso, pues hasta 2003 no había enviado astronautas al espacio. Los propósitos no son solo científicos, sino también propagandísticos, puesto que Pekín la aprovecha para mostrar a sus ciudadanos y al mundo su potencial tecnológico y militar.
Como en otros aspectos, el ritmo que impone China parece imposible de replicar por ninguna otra potencia. En 2011 lanzó su propia base espacial, la Tiangong-1. Dos años después, en 2013, logró alunizar con un pequeño vehículo de exploración. Y puso en el espacio su segunda base, la Tiangong-2, en 2016. Entre sus planes futuros está enviar un vehículo de exploración a la cara oculta de la Luna, satélite al que tiene pensado mandar astronautas —conocidos en China como taikonautas— en 2030. Antes, para 2019, tiene previsto construir una base espacial permanente independiente y, para 2020, investigar la superficie de Marte para, a más largo plazo, hacer lo mismo con asteroides. Por si fuera poco, los chinos parecen deseosos por demostrar que hay otra vida inteligente en algún lugar del universo, y han construido el mayor radiotelescopio del mundo con este fin.
Para intentar contrarrestar el empuje chino en el campo espacial, el presidente Donald Trump firmó el 11 de diciembre de 2017 la Directiva 1 de Política Espacial, por la que ordenaba a la NASA volver a la Luna y establecer allí una base como paso intermedio para una eventual misión en Marte. El acto de la firma estuvo cargado de simbología, pues Trump, siempre maestro del espectáculo, eligió el día en que se conmemoraba el 45.º aniversario del último alunizaje del Apolo 17.
En definitiva, es la renovación de la Guerra de las Galaxias de los años ochenta, en la época de Reagan. Recordemos que la finalidad de esa Iniciativa de Defensa Estratégica —como oficialmente se la conocía—, iniciada por Ronald Reagan, era desplegar en el espacio satélites dotados de rayos láser y otros sistemas de proyectiles con los que destruir los misiles balísticos intercontinentales (ICBM) del adversario antes de que pudieran alcanzar su objetivo y, a ser posible, encima del territorio enemigo. Si entonces consiguió desfondar a la Unión Soviética en su esfuerzo por ponerse a la altura de los estadounidenses, hoy en día esta resucitada guerra se ve potenciada por el desarrollo tecnológico y es aún más encarnizada por la entrada en escena de nuevos actores, especialmente China.
Así parece demostrarlo la decisión del presidente Trump de crear una fuerza independiente con la responsabilidad exclusiva de garantizar la seguridad en el espacio. A mediados de junio de 2018, Trump ordenó al Pentágono crear un nuevo cuerpo de las Fuerzas Armadas al que denominó Fuerza Espacial, al entender que se trataba de un asunto de seguridad nacional de máxima prioridad.
En el territorio estadounidense existen una docena de instalaciones dedicadas principal o exclusivamente al espacio, entre las federales y las estatales, en algunos casos con uso dual civil-militar. Aunque los lanzamientos no se prodiguen, esta profusión de instalaciones da una idea de la importancia que el espacio tiene para Estados Unidos.
Rusia no se queda atrás. Está desarrollando el nuevo cohete Angara, una lanzadera espacial diseñada para poner grandes cargas en órbita. También se está construyendo el nuevo espaciopuerto Cosmódromo Vostochni (en la óblast de Amur, en la parte oriental de Rusia), cuyas obras concluirán en 2020 con un coste total estimado de unos 750 millones de dólares. De esta forma, Rusia dejará de depender de Kazajistán para los vuelos espaciales.

Las ciudades son ya enclaves de conocimiento y de poder que pugnan con otras metrópolis por dominar un escenario en el que cada vez se contará con menos recursos y con más población a la que abastecer.
El rápido crecimiento urbano ha creado un nuevo vocabulario: conurbaciones (decenas de millones de personas viviendo en redes de ciudades que su crecimiento ha unido entre sí); aglomeraciones (áreas metropolitanas formadas por ciudades y barrios marginales, slums o favelas, aunque este último término es propio de Brasil); aglomeraciones suburbanas (nuevas formas de ciudades que se desarrollan cerca de los núcleos urbanos tradicionales en Norteamérica y Europa), y megaciudades, hiperciudades, megalópolis o ciudades globales, con una población de entre 10 y 20 millones de seres humanos. También ha aparecido un nuevo vocablo, los mega-slums, para referirse a los barrios marginales o asentamientos informales que se han expandido y han crecido de manera alarmante, con las características ya vistas de acceso limitado a los servicios, pobreza, sobrepoblación, infraviviendas, etcétera.
El mundo se dirige a una época de grandes retos, donde la demografía será clave en la política y en la seguridad internacionales. Cualquier planificación que busque responder a las amenazas y retos a la paz mundial, y que marque la agenda geopolítica, tiene que pasar necesariamente por una aproximación holística en la que las cuestiones demográficas, y sus consecuencias, sean el eje de todas las estrategias.
Uno de los grandes peligros que se ciernen por no saber gestionar adecuadamente este escenario es que se produzca una subversión urbana internacional, es decir, un movilización masiva y violenta en las principales ciudades del mundo, que se iría extendiendo, como un reguero de pólvora, de urbe en urbe, imposible de sofocar ni con policías ni con ejércitos, y ni siquiera con armas de ningún tipo. Los edificios se convertirían en las trincheras, haciendo imposible desalojar a cientos de miles o millones de personas de un modo discriminado y sin que se produjera incluso una mayor escalada de la violencia. Habrá que esperar a ver cuáles son las decisiones y movimientos políticos que se llevan a cabo para evitar tales acontecimientos, pero una cosa está clara: es necesario actuar, y hay que hacerlo.

Lo cierto es que Trump, aunque a menudo dé la impresión de aplicar geoestrategias erráticas, parece buscar la manera de alcanzar situaciones favorables para el mayor número posible de actores, asegurarse de cerrar conflictos e ir cancelando esfuerzos financieros y militares mundo adelante. Así podrían entenderse las aproximaciones a los que Estados Unidos considera sus grandes adversarios geopolíticos, como Corea del Norte (reunión entre Donald Trump y Kim Jong-un el 12 de junio en Singapur) y Rusia (encuentro de Trump y Putin en Helsinki un mes más tarde).
Después de todo, y aunque a la Casa Blanca le interese mantener vivos algunos enemigos y amenazas —léase Irán o el terrorismo yihadista— para seguir justificando los desarrollos militares y la producción de la industria de defensa, una guerra convencional, y mucho más nuclear, contra sus grandes adversarios, China y Rusia, podría acabar con su economía. Precisamente cuando el objetivo prioritario de Trump es consolidar e incrementar el poderío económico estadounidense.
Donald Trump, al que muchos toman por poco menos que un bufón inculto y casi paranoico, en realidad podría ser mucho más astuto de lo que se cree y él mismo se empeña en manifestar. Podría ser el perfecto ejemplo de «el tonto que hace tontear», es decir, de aquel que aparentando ser lelo o tener pocas luces, lo que hace es inducir a los demás a cometer tonterías que a él le beneficien. Lo que es cierto es que, si en verdad Trump fuera un peligro para su país, lo primero es que nunca se le habría permitido llegar a la presidencia, y una vez demostrada la ineficacia en el cargo, se habría encontrado la forma de apartarlo del poder. Otra cosa es que tenga muchos enemigos, como ha quedado de manifiesto. Desde los que quieren manejar el país desde las sombras e imponer otras corrientes ideológicas, a la prensa demócrata de ambas costas del país, pasando por los que todavía siguen en altos cargos gubernamentales —comenzando por los servicios de inteligencia— colocados allí por Obama. No obstante, Trump todavía puede servir de chivo expiatorio a los poderes fácticos para culparle de fracasos o errores imprevistos que cometa Estados Unidos.
En todo caso, para llevar a cabo el nuevo orden económico mundial, Trump necesita el apoyo de los grandes poseedores de fortunas, de los que verdaderamente dirigen las finanzas mundiales. De ahí puede venir su acercamiento a Israel y los permanentes guiños al lobby judío, como el traslado de la embajada de Tel Aviv a Jerusalén.
Por otra parte, su estrategia de política interna parece pasar por convencer a los ciudadanos norteamericanos de que la situación económica está mejorando, las expectativas laborales son más halagüeñas (en mayo de 2018, el desempleo bajó del 4 % por primera vez desde el año 2000), tienen más dinero en el bolsillo por la bajada generalizada de impuestos, y que encima Estados Unidos está en camino de recuperar todo su poder y volver a causar temor a los demás países.

Los programas educativos tienen que aunar tecnología y humanidades, para evitar convertir a los seres humanos en cíborgs o robots. La persona no puede perder su esencia, aquello que una máquina no puede ni tampoco nunca debe tener: moral, conciencia, valores. La voluntad humana no puede llegar a ser sustituida por un aparato, porque, de suceder así, quizá nos encontraríamos ante el final de la existencia de la especie humana, ya que las máquinas podrían decidir procrearse a sí mismas, momento en el cual el ser humano les dejaría de ser útil. Nunca olvidemos que lo que usamos debe ser una manifestación de quiénes somos realmente, que la maquinaria siempre debe estar a nuestro servicio, y no al revés.
Esto exige de todos nosotros una responsabilidad personal que debemos ejercer en nuestro nombre y, con pleno y genuino interés, en el nombre de los demás. El mundo nos ha conectado y debemos vernos como parte de un todo diverso y unido.

Libros del autor comentados en el blog:

https://weedjee.wordpress.com/2018/03/04/asi-se-domina-el-mundo-desvelando-las-claves-del-poder-mundial-pedro-banos-bajo-the-world-is-dominated-revealing-the-keys-to-world-power-by-pedro-banos-bajo-spanish-book-edition/

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–After the good feelings of the first book I did not hesitate to read the work that occupies us, and what did I find?, because the keys to the geopolitics explained to the average citizen and, why many things, such as Trump’s political lurching, his desire to weaken R Europe never allowing its unity, the keys of economic power, for me the best of the book along with chapters of intelligence services and strategic communication.. Very good the portrait of China and Russia, certainly with the last the author is somewhat condescending, especially after his interference in the homeland politics.
–All this counted with a closeness worthy of praise, the book consists of almost 500 pages and it has taken me two afternoons its reading, a very nice reading moments.
–it is to be appreciated as the Colonel approaches the general public the theories on the international relations, which are very false, being able to summarize in the stronger has more pastel, neither Kantnianos nor Groccios, Machiavelli theory, achieving with it that the reader Medium, have a clear outline of the outcome of many political decisions, taken by the governments of turn, even against them, by discarding conspiracies of Reptilians, Anunnakis and other nonsense.
–so if you liked the first do not hesitate to buy it, you will enjoy it and read it several times, but this time I must complain about the quality of some maps in my digital edition.
– If with the first work we leave the cave, stay outside, there is much to see. I prefer first book.

The search for power, defined as the capacity to impose in an absolute way one’s will on others, is a classic and immortal aspiration of people and States. If we thought that behind beautiful and captivating words addressed to a theoretical distribution of power there is a real will to put it into practice, we would be completely wrong. The power is too attractive and attractive to escape its influence. And if someone says that he renounces him, he lies or is applying the fable of the fox and the grapes, where the cunning animal argued that he did not like the fruits because they were not ripe, when he was only hiding his inability to reach the delicious bunches.
Undoubtedly, States try by all means to have a quota of power. Depending on their characteristics, they try to make it global – as in the case of the United States, China or Russia, the superpowers – or, at least, regional. In parallel, they seek to separate themselves from the influence of the powerful, although most countries do not achieve it and are forced to integrate, in one way or another, into one of the great rival factions, even to the detriment of their national interests.

It is a widely held opinion that military capacity, without having lost all the protagonism of yesteryear, no longer has the significance it enjoyed for centuries. There are many reasons to reach this assertion. On the one hand, as the great powers are endowed with nuclear weapons, the immense destructive force of these weapons makes it impossible not only for their use -for the deterrent principle of mutually assured destruction-, but also for a direct confrontation between the countries. who own them Nowadays, when not carrying out a direct confrontation of high intensity, the superpowers wage low-profile battles in foreign scenarios, where, in addition to resorting to interposed troops, they make an intensive use of special operations forces and drones.
In its report for the year 2018, Global Firepower, which is dedicated to the analysis of the military capabilities of more than 135 countries based on military power and factors such as geography, economy or resources, concludes that, after the most powerful Army of the world (United States), are Russia, China, India and France. Washington is only surpassed by Moscow in the number of tanks (20,216 Russian armored vehicles versus 5,884 Americans). In the rest of the sections, the arsenals of the United States are numerically superior, with differences in many abysmal occasions.
In terms of personnel, by including the personnel in reserve, the United States has more than 2.4 million soldiers, but it is surpassed by North Korea (with a total of 6.4 million troops in a country of 25 million of people), South Korea (5.8 million troops), Vietnam (5.5 million), India (4.2 million), China (3.7 million) and Russia (3.4 million).
According to the Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), the world military expenditure in 2017 – which includes the purchase of weapons, as well as salaries, pensions, diverse equipment, research and development – was 1,740,000 million of dollars. The United States invested 610,000 million, 35% of the world’s total, a figure three times higher than that of China (228,000 million) and practically 10 times more than that of Russia (66,300 million), reduced it by 20% with respect to the year previous). In addition, US spending is greater than that of the following seven countries combined, since China spent 13% of the world total; Saudi Arabia, 4%; Russia, 3.8%; India, 3.7%; France, 3.3%; United Kingdom, 2.7%, and Japan, 2.6%.
Around 92% of the total nuclear weapons are in the hands of the United States and Russia, with almost 7,000 heads each. The atomic arsenals of the rest of the countries are a long way away, since they are counted in hundreds or tens: France (300 heads), China (280), United Kingdom (215), Pakistan (between 140 and 150), India (among 130) and 140), Israel (80) and North Korea (between 10 and 20).

In 1989 a private military company called Executive Outcomes (EO) was born in South Africa. Created by Eeben Barlow, a former lieutenant colonel of the South African Army, the spirit of the firm was clearly described by Nic van der Bergh, its executive director: «We are a private company, not a humanitarian agency.» The main task of EO was to provide covert training to special forces from different countries. Among his missions was the formation of a select group of soldiers who infiltrated the unions that controlled the illegal traffic of diamonds in Botswana. Also, in 1992 he trained the Angolan forces and then fought in favor of the Government against the rebels of the National Unity for the Total Independence of Angola (UNITA), for which he employed former South African soldiers. The task of EO was mainly to assist the Government of Luanda to regain control of the Soyo oilfields held by the UNITA members. It is estimated that in this operation the fees received by EO, which were paid by the Angolan state-owned oil company Sonangol, were around 40 million dollars.
Currently, CMPs (Private Military Companies) are present in many countries, mainly in conflict scenarios. Most of them are of Anglo-Saxon capital, with headquarters in the United States or the United Kingdom. However, in recent years companies of this type have been founded in other countries. Although article 348 of the Russian Criminal Code expressly prohibits the figure of the mercenary, it is believed that from 2011 Russia began to consider the possibility of creating CMP for its employment abroad, as a way to guarantee national interests without direct participation of the State. In fact, the Kremlin did nothing more than replicate what other countries had done before, especially the United States. In addition, it was considered that these companies could accommodate the retired military, because at that time the Russian ministries of Defense and Interior planned a reduction in their staff.
Undoubtedly, the best known CMP is Blackwater. Founded by Erik Dean Prince, who was part of the Navy SEAL, the main special operations force of the US Navy, this company was announced in 2007, after perpetrating the killing of 17 civilians in Nisour Square in the Iraqi capital. . In 2009 it acquired the name Xe, and two years later it was renamed Academi, when it had already disconnected from its founder.

Money has been, as the main facilitator of the conquest of power, the great engine of the world. The wealth has always allowed to buy goods, services and wills, with what you get to have an influence or total ascendancy over others, its absolute control, its full submission, that is, the true purpose of power is achieved.
Globalization is an eminently Western process, because it has been the Western countries that have driven it and have imposed their principles on the rest of the world: democracy, the market economy, economic liberalism, private initiative and capitalism. Although this globalization process contemplates several aspects, above all it is understood as such the economic globalization, basically supported by the International Monetary Fund (IMF), the World Bank (WB) and the World Trade Organization (WTO). To this end, and at the initiative of Washington, in 1944, the WB and the IMF were created in the Bretton Woods agreements (New Hapshire, United States), a conference held at the Mount Hotel in that location on July 1 to 22 and in which 44 countries participated. From that moment, the United States became the world economic leader when the dollar became the international reference currency.
You have to look at the places where some of the main shale gas reserves have been located, which will undoubtedly sooner or later become geopolitical targets, especially given the unstoppable global increase in gas consumption. (according to some studies, by 2035 the global demand for gas will exceed that of oil and coal together). In this sense, one of the countries that seems to have one of the largest deposits is Argentina, which places it in the spotlight of the great consuming and commercializing powers.
Mexico is in a similar privileged situation. If its leaders know how to properly manage this immense potential.
Credit rating agencies associated with credit can be used as a tool of economic warfare. The most prominent are the so-called Big Three: Standard & Poor’s, Moody’s and Fitch Ratings. Among them, they control 95% of the global financial market. Standard & Poor’s was created in 1860 and is currently owned by the powerful and influential American publishing group McGraw-Hill; its headquarters is in New York. In the same city, it has its headquarters Moody’s, whose majority shareholder is the American Warren Buffet, one of the great investors and the main fortunes of the world. As for Fitch Ratings, with double headquarters in New York and London, it was founded in 1913; since April 2018, it is wholly owned by Hearst Communications, a giant US media conglomerate (newspapers, magazines and television channels).
The rating agencies enjoy undoubted direct and indirect power over the evolution of the markets, being able to intervene in the speculative attack on assets, the price of the currencies, the value of the bonds issued and the risk premiums.

Diplomacy refers to ancient Greece, specifically to the word diploun («doubled in two»), used to refer to diplomas (διπλομα), a type of official document – a kind of letter – used by envoys of an authority to Ensure your safety during travel. This letter had the characteristic that it was folded and sealed in a specific way, so that it could only be opened by the addressee, normally another political authority. In this way, the diploma holder became a diplomat. The term diploun passed to Latin as a diploma and, centuries later, it would become diplomatie (in French) and diplomacy (in English).
Little by little, the content of the word diplomacy was expanded to include the documents with which the chancelleries were related and even the archive and the conservation of official documentation. From the beginning of the sixteenth century began to use the term diplomatic to mention the codification of the writing used to validate the diplomas issued by the ecclesiastical authorities.
It is considered that the first diplomatic school was created in 1701 in the Holy See, on the initiative of Pope Clement XI, which was given the name of Academy of Ecclesiastical Nobles. This makes the Vatican dispose not only of the most extensive and best preserved archive of diplomatic affairs in the world, but also accumulates valuable experience for the exercise of its influence, which it practices in all corners of the planet, with the support of its extraordinarily effective intelligence service.
But it will not be until the end of the 18th century when the term diplomacy begins to be used in the current sense.
Coercive diplomacy, which some call the diplomacy of violence when the threat of using military capabilities is clearly manifested, is aimed above all at modifying behavior and attitudes, and is usually highly effective. It is about showing the other party the willingness to apply more forceful measures in case of failure of the negotiations. For this it is essential that the message be transmitted with all its intensity. The degree of dissuasive crudeness in the diplomatic field can reach extremes such as those shown in the graph, and it would not only be applied by the United States.
For Russia, digital diplomacy is a fundamental instrument for spreading government messages to the international audience, within the framework of the Program of Support for Information on Activities Abroad. Moscow has turned its attention to the practice of digital diplomacy when observing the advantages it implies in terms of achieving the goals of its foreign policy.
For the Kremlin, if there is a battle that must be urgently won, that is the information, the ability to influence public opinion in such a way that it can be conditioned in the desired sense. Given the current Western superiority in the field of information, he is fully aware that he must redouble his efforts in this field, because more than ever it is true that the one who dominates the information has in his hands the world.
The National Security Strategy (ESN) of the United States signed by President Donald Trump on December 18, 2017 attaches great importance to diplomacy. It talks about two types of diplomacy: competitive and economic. In relation to the first one, the text makes explicit that it is an indispensable strategy to identify and solve conflicts. For this, it requires efficient use of limited resources, a professional diplomatic corps, modern and safe facilities, and contact with local populations. In addition, it makes clear that technology can not replace personal relationships. Regarding the second, he understands that it is essential to maintain the central role of the United States in international financial forums.

Water is an indispensable requirement for life. Although it occupies 71% of the surface of the globe, the problem is that 96.5% is salt water, impossible to use directly neither to drink nor to water. Of the remaining 3.5% of fresh water, most of it, 67%, is frozen, so that the vital element is only available for immediate consumption in a very small amount, which is also distributed unevenly. If we add to this the growing world population and the increase in water requirements – both directly and in what is called virtual water (the water that is needed to produce a certain good) – the struggle for the liquid element is served. We must not forget that in the world there are almost 900 million people who do not have direct access to drinking water.
It is true that the technique helps to alleviate this deficiency. Where there is a shortage, desalination machines or machines that extract water from environmental humidity are used, but the energy cost makes it unaffordable in large quantities, and the less favored countries simply can not afford it.
Africa contains within it such strategic and basic minerals as uranium and platinum, practically all of the world reserves of chromium, half of those of cobalt and manganese, and one fifth of those of titanium. It also has outstanding amounts of copper, bauxite, coltan (a strategic mineral used in microelectronics, telecommunications and the aerospace industry for its special capacity to store energy and regulate voltage), germanium, radio, cassiterite (also highly strategic). for its application in telecommunications systems and aircraft), tin, zinc and other rare minerals such as, for example, europium, niobium and thorium. Finally, the African continent has huge reserves of gold, diamonds and natural gas, both on land and in the adjacent waters.
In Africa, multinational companies from the main countries of the world compete or agree. The United States, Canada, the United Kingdom, Australia and France top the list, and other countries such as China, India and Brazil have joined strongly. Many Western companies take advantage of «power»
The most striking current case is that of China. In order to maintain its rhythm of industrial production, it is forced to obtain strategic energy, metals and minerals abroad. Even more pressing is to feed its population. China is experiencing a great internal migration towards massified cities. Estimates suggest that by 2020 some 1 billion Chinese people will live in large urban areas, leading to an increase in the standard of living and, therefore, a notable increase in the consumption of all types of goods, starting with water and foods. But this Asian country, with more than 20% of the world population, only has 7% of the world’s productive land, and a significant part of it is threatened by drought and desertification. Therefore, the Chinese Government is forced to obtain food resources where it can or will leave. To make matters worse, it is estimated that barely has 8% of the world’s water resources, of which a considerable part are contaminated.
With these data it is understood that Beijing is established in the fabulous pantry of resources that means Africa or ventures into Latin America, without forgetting the rich grasslands that abound in Mongolia.
London has used its power and influence to ensure that British companies control much of Africa’s main strategic resources, in particular, gold, platinum, diamonds, copper, oil, gas and coal. Some 100 companies listed on the British Stock Exchange, most of them British, operate in most countries in sub-Saharan Africa. This is demonstrated by the report The New Colonialism: Britain’s Scramble for Africa’s Energy and Mineral Resources, in which it is made clear that the great British companies, backed by their Government, are at the head of a new race for the distribution of Africa with the objective to obtain control of raw materials. The report also highlights that mining companies in the United Kingdom are largely responsible for environmental degradation in African countries, as well as deaths in mines or nearby areas, forced and unjust resettlement, violation of labor rights and other excesses.

In recent years, China seems intent on taking the lead in a renewed space race, which arrived late, because until 2003 had not sent astronauts into space. The purposes are not only scientific, but also propagandistic, since Beijing uses it to show its citizens and the world its technological and military potential.
As in other aspects, the pace imposed by China seems impossible to replicate by any other power. In 2011 he launched his own space base, the Tiangong-1. Two years later, in 2013, he landed with a small exploration vehicle. And he put his second base, the Tiangong-2, in space in 2016. Among his future plans is to send an exploration vehicle to the hidden side of the Moon, a satellite he plans to send astronauts – known in China as taikonauts – to 2030. Previously, by 2019, it plans to build an independent permanent space base and, by 2020, investigate the surface of Mars to, in the longer term, do the same with asteroids. To make matters worse, the Chinese seem eager to demonstrate that there is another intelligent life somewhere in the universe, and have built the largest radio telescope in the world for this purpose.
To try to counteract the Chinese push in the space field, President Donald Trump signed on December 11, 2017 the Space Policy Directive 1, by which he ordered NASA to return to the Moon and establish there a base as an intermediate step for a eventual mission on Mars. The signing ceremony was charged with symbolism, since Trump, always master of the show, chose the day commemorating the 45th anniversary of the last Apollo 17 moon landing.
In short, it is the renewal of the Star Wars of the eighties, in the Reagan era. Recall that the purpose of this Strategic Defense Initiative -as it was officially known-, initiated by Ronald Reagan, was to deploy satellites equipped with laser beams and other missile systems with which to destroy the intercontinental ballistic missiles (ICBM) of the adversary before they could reach their objective and, if possible, above enemy territory. If then it succeeded in unraveling the Soviet Union in its effort to catch up with the Americans, today this revived war is boosted by technological development and is even more fierce for the entry of new actors, especially China.
This seems to demonstrate the decision of President Trump to create an independent force with the exclusive responsibility of ensuring security in space. In mid-June 2018, Trump ordered the Pentagon to create a new corps of the Armed Forces that he named the Space Force, on the understanding that it was a top-priority national security issue.
In the US territory there are a dozen facilities dedicated mainly or exclusively to space, between federal and state, in some cases with dual civil-military use. Although the launches are not prodiguen, this profusion of facilities gives an idea of ​​the importance that space has for the United States.
Russia is not far behind. He is developing the new Angara rocket, a space shuttle designed to put large loads in orbit. The new Vostochni Cosmodrome spaceport (in the Amur Oblast, in the eastern part of Russia) is also being built, whose works will conclude in 2020 with an estimated total cost of some 750 million dollars. In this way, Russia will no longer depend on Kazakhstan for space flights.

Cities are already enclaves of knowledge and power that struggle with other metropolises to dominate a scenario in which each time there will be fewer resources and more population to supply.
The rapid urban growth has created a new vocabulary: conurbations (tens of millions of people living in networks of cities that their growth has joined together); agglomerations (metropolitan areas formed by cities and slums, slums or favelas, although the latter term is typical of Brazil); suburban agglomerations (new forms of cities that are developed near the traditional urban centers in North America and Europe), and megacities, hypercities, megalopolises or global cities, with a population of between 10 and 20 million human beings. A new word, mega-slums, has also appeared to refer to marginal neighborhoods or informal settlements that have expanded and grown alarmingly, with the already seen characteristics of limited access to services, poverty, overpopulation, substandard housing, etc.
The world is heading to a time of great challenges, where demographics will be key in international politics and security. Any planning that seeks to respond to the threats and challenges to world peace, and that marks the geopolitical agenda, must necessarily go through a holistic approach in which demographic issues, and their consequences, are the axis of all strategies.
One of the great dangers that loom due to not knowing how to properly manage this scenario is that an international urban subversion takes place, that is, a massive and violent mobilization in the main cities of the world, which would spread, like wildfire, of city in city, impossible to suffocate neither with police nor with armies, and not even with arms of any type. Buildings would become trenches, making it impossible to dislodge hundreds of thousands or millions of people in a discriminated manner and without even escalating violence. We will have to wait to see what are the decisions and political movements that are carried out to avoid such events, but one thing is clear: it is necessary to act, and it must be done.

The truth is that Trump, although he often gives the impression of applying erratic geostrategies, seems to look for ways to reach favorable situations for as many actors as possible, make sure to close conflicts and cancel financial and military efforts in the future. This is how the approaches to which the United States considers its great geopolitical adversaries could be understood, such as North Korea (meeting between Donald Trump and Kim Jong-un on June 12 in Singapore) and Russia (meeting of Trump and Putin in Helsinki one more month late).
After all, and although the White House is interested in keeping alive some enemies and threats – read Iran or jihadist terrorism – to continue justifying the military developments and production of the defense industry, a conventional war, and much more nuclear, against its great adversaries, China and Russia, could end its economy. Precisely when Trump’s priority goal is to consolidate and increase US economic power.
Donald Trump, whom many take for little less than an uneducated and almost paranoid buffoon, could actually be much more cunning than he believes and himself insists on manifesting. It could be the perfect example of «the fool who makes fools», that is to say, of those who pretending to be poor or have few lights, what they do is induce others to commit nonsense that benefits them. What is certain is that, if indeed Trump were a danger to his country, the first thing is that he would never have been allowed to reach the presidency, and once proven ineffective in office, he would have found a way to remove him from the office. power. Another thing is that it has many enemies, as has been shown. From those who want to run the country from the shadows and impose other ideological currents, to the Democratic press on both coasts of the country, going through those still in high government positions – starting with the intelligence services – placed there by Obama. However, Trump can still serve as a scapegoat to the de facto powers to blame him for failures or unforeseen mistakes made by the United States.
In any case, to carry out the new world economic order, Trump needs the support of the great possessors of fortunes, of those who truly direct world finances. From there may come his approach to Israel and the permanent winks to the Jewish lobby, such as the transfer of the embassy from Tel Aviv to Jerusalem.
On the other hand, its internal policy strategy seems to convince US citizens that the economic situation is improving, labor expectations are more promising (in May 2018, unemployment fell by 4% for the first time since 2000) ), they have more money in their pocket because of the general lowering of taxes, and that over the United States is on track to recover all its power and again cause fear to other countries.

Educational programs have to combine technology and humanities, to avoid converting human beings into cyborgs or robots. The person can not lose his essence, what a machine can not and should never have: moral, conscience, values. The human will can not be replaced by an apparatus, because, if this happens, perhaps we would find ourselves before the end of the existence of the human species, since machines could decide to procreate themselves, a moment in which the human being would not be useful to them. Never forget that what we use should be a manifestation of who we really are, that machinery should always be at our service, and not the other way around.
This demands from all of us a personal responsibility that we must exercise on our behalf and, with full and genuine interest, in the name of others. The world has connected us and we must see ourselves as part of a diverse and united whole.

Books from the author commented in the blog:

https://weedjee.wordpress.com/2018/03/04/asi-se-domina-el-mundo-desvelando-las-claves-del-poder-mundial-pedro-banos-bajo-the-world-is-dominated-revealing-the-keys-to-world-power-by-pedro-banos-bajo-spanish-book-edition/

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