Lujuria — Juan Eslava Galán / Lust by Juan Eslava Galán (spanish book edition)

Este es otro magnífico libro de este escritor jienense y que forma parte de los pecados capitales de la historia de España, el primer volumen que es claramente un libro 100 % del autor en su temática y donde se recrea en la lujuria.

La Iglesia ha puesto tantas trabas al legítimo placer del sexo que la sociedad ha producido una doble moral: la oficial, la de la apariencia, ajustada a la tiranía de los curas, y la verdadera, en la que cada cual se satisface subrepticiamente, curas incluidos. La sabiduría popular lo ha formulado de manera irreprochable: «si en el sexto no hay perdón / ni en el noveno rebaja / ya puede nuestro señor / llenar el cielo de paja».
—O sea que la jodienda no tiene enmienda

Tradicionalmente la mujer española se ha mantenido encerrada en el gineceo del hogar (la sala del estrado): «Mujer casada, pierna quebrada». Solo sale para cumplir sus devociones, a la iglesia o a un convento cercano, y eso convenientemente escoltada por una criada vieja. Más grave todavía es el encierro de la ignorancia. Se sospecha que la mujer instruida o bachillera puede terminar puteando, o sea, desbocándose sexualmente
La mujer debe llegar virgen al matrimonio, con el íntimo precinto intacto como garantía de su inocencia, de que todo su conocimiento y experiencia del sexo lo obtendrá de su marido.
Cuando estéis en la cama y Pepe se te eche encima, cierra los ojos, ábrete de piernas y piensa en la Santa Religión

En la Inglaterra victoriana, contemporánea del tiempo que estamos describiendo, la ciencia está más avanzada y la histeria se trata mediante masajes en el clítoris aplicados por el facultativo o un ayudante hasta que la paciente alcanza las «convulsiones paroxísticas» (hoy lo llamaríamos orgasmo) que la deja desmadejada y satisfecha. Fin del problema.

¿Qué ocurre cuando la mujer explora la sexualidad más allá del reglado tálamo sacramental, o sea, le pone los cuernos al marido?
En este caso, la moral calderoniana sigue vigente: el marido puede matar a la adúltera, así como al causante de su deshonra, contando con la benevolencia de la justicia (una ley que perdurará hasta mediados del siglo XX)
El siglo XIX se convierte en el gran siglo de los burdeles. La Iglesia los considera un mal menor como aliviadero de rijosos que de otro modo andarían pervirtiendo a las almas cándidas y acosando a las mujeres decentes.
El problema de la prostitución es que contribuye a la extensión de la sífilis, enfermedad importada de América por los descubridores. ¿Cómo atajar la sífilis que hace estragos en las grandes ciudades, especialmente entre militares y prostitutas, las dos profesiones más expuestas? La autoridad civil ofrece una posible solución: reglamentando a las prostitutas de manera que tengan acceso a servicios médicos. A partir de 1860 casi todas las ciudades importantes tendrán su cuerpo de médicos higienistas.
El Reglamento de Jaén divide a las afiliadas en cuatro categorías: amas de casa con pupilas, prostitutas pupilas, prostitutas con domicilio propio y amas de casa de prostitutas sin pupilas. Cada una de ellas se inscribe en la matrícula o registro en la que figuran, entre otros datos, «la ocupación anterior y causas que la hayan conducido a la prostitución». Se les señala la «obligación de presentarse puntualmente y con la mayor compostura en el gabinete de higiene, provistas de sus respectivas cartillas».

«Isabel II no fue una ninfómana; simplemente estuvo mal casada. Es cierto que tuvo muchos amantes, pero eso era habitual entre la aristocracia y la realeza de la época».
Isabel II fue expulsada del trono por la «Gloriosa Revolución». El pueblo se echó a la calle al grito de «¡Abajo la Isabelona, fondona y golfona!» (Gran decepción porque ella creía que la adoraban).

El preservativo moderno nace en 1844 cuando Hankock y Goodyear inventan la vulcanización, pero solo empieza a divulgarse, entre clases acomodadas europeas, a partir de 1880.

Pagando o por la cara, Alfonso XIII intimó con una muchedumbre de mujeres (en las fotos aparece enteco y deslechado del excesivo comercio carnal), pero podemos decir que olvidaba a la gozada antes de que ella terminara sus abluciones en el bidé. No obstante hubo una que dejó en él, si no profunda huella, dado que era muy superficial, si al menos indicios de encalabrinamiento: la bellísima actriz Carmen Ruiz Moragas.

Si la relación extramatrimonial esporádica de la mujer es relativamente fácil, especialmente en la gran ciudad donde tiene mil pretextos para salir a cualquier hora del día, la relación estable que se prolonga en el tiempo resulta bastante complicada. Los amantes que no pueden dejarse ver en lugares públicos donde alguien pueda conocerlos se ven obligados a esconder su amor en lugares reservados en los que su intimidad esté resguardada.
Para eso surge, en las grandes ciudades, especialmente en la cosmopolita Barcelona, la institución del meublé, un hotel privado que favorece los encuentros discretos. Suele situarse en el casco antiguo, con acceso por algún apeadero que conduce a las habitaciones a través de un dédalo de pasillos y patios. En los más lujosos cada habitación dispone de baño completo; en los normales, solo de palangana…

Con el Franquismo nuevamente la reclusión sexual, ejemplo el gobernador de León:
1.ª Honestidad en los vestidos, sin exagerar los escotes, faldas y mangas.
2.ª Suprimido radicalmente el “sin medias”. Más vale llevarlas zurcidas que ir sin ellas. Si faltan pesetas, se suprimen bares y cines.
3.ª Reducir al mínimo las pinturas en la cara y en los labios y los colores impropios del cabello, pues hay alguna niña que deja su lindo natural para convertirse en una muñeca de escaparate.
4.ª Suprimidas las posturas poco honestas de muchas parejas, y, sobre todo, el ir por lugares de poco tránsito y poca luz.
5.ª Suprimido el “fumar” entre las mujeres leonesas; es costumbre muy poco femenina. La que desee fumar, coja un fusil, vista un mono y vaya al frente.
6.ª Dedicar el máximo de tiempo al trabajo para los heridos y soldados y disminuir los paseos y gastos superfluos.
Estos seis puntos se comenzarán a cumplir tan pronto se publiquen. Se encargarán de hacerlos efectivos las mismas interesadas, no dando lugar a que tenga que intervenir la Autoridad, lo que sentiría, pero que no dejará de hacer caso de desobediencia, pues estamos en tiempos de obedecer ciegamente y respetar lo mandado. / El Gobernador Civil.

Los prelados fijaron el largo de la falda y emitieron toda una serie de paternales directrices destinadas a crear tendencia.
Para Pla y Deniel, arzobispo de Toledo, «los vestidos no deben ser tan cortos que no cubran la mayor parte de las piernas; no es tolerable que lleguen solo a la rodilla. Es contra la modestia el escote y los hay tan atrevidos que pudieran ser gravemente pecaminosos…
Otra clase que se sustrajo de la tiranía impuesta por la Iglesia fue la aristocrática o pudiente, acostumbrada ya de antiguo a hacer de su capa un sayo. Es fama que el marqués de Cotrufes, hermano mayor de una cofradía de Viernes Santo y primer contribuyente en la restauración de la iglesia del pueblo y de sus imágenes quemadas por las hordas rojas durante la revolución marxista, no veía contradicción alguna en mantener dos queridas. Su señora, aunque saliera en las procesiones del Corpus con mantilla y rosario de plata y mantuviera reclinatorio en la parroquia, tampoco le hacía ascos a un ocasional revolcón con toreros, bailarines, canónigos o caballistas.

Durante el nacionalcatolicismo, la Iglesia redobló sus esfuerzos por reprimir la masturbación o vicio solitario, tradicional aliviadero de la juventud desprovista de mejores medios.
En los internados regidos por religiosos la obsesión por la pureza regía la vida del establecimiento. El colegial debía ignorar su cuerpo o, al menos, ocultarlo pudorosamente no solo de la mirada de los demás, sino de la suya propia. «Tanto al vestirme como al desnudarme —leemos en un manual— jamás permaneceré de modo que quede desnudo todo el cuerpo»

Consecuente con la preocupación de la Iglesia, el Ministerio de Gobernación estableció la normativa en playas y piscinas:
1. Queda prohibido el uso de prendas de baño indecorosas, exigiendo que cubran el pecho y espalda debidamente, además de que lleven faldas para las mujeres y pantalón de deporte para los hombres.
2. Queda prohibida la permanencia […] fuera del agua en traje de baño.
3. Queda prohibido que hombres y mujeres se desnuden o vistan en la playa, fuera de la caseta cerrada.
4. Queda prohibida cualquier manifestación de desnudismo o de incorrección en el mismo aspecto que pugne con la honestidad y buen gusto tradicional entre los españoles»

La Iglesia se había propuesto desterrar cualquier imagen o alusión que remotamente pudiese constituir fómite de pecado. Todo lo que se imprimía en España pasaba previamente por las manos de un censor, si no de varios. Este funcionario, a menudo un pobre diablo que no tenía donde caerse muerto, cumplía sus funciones con celo enfermizo, para congraciarse con sus superiores.
En cada periódico y revista había un retocador de fotografías que agrandaba con tinta escotes y faldas hasta ajustarlos a las normas dictadas por la autoridad eclesiástica.

La Iglesia y el Estado franquista se habían prometido apenas acabada la guerra. El Concordato de 1953 fue su boda formal. España, como una novia bonita y morena, aportaba como dote los ministerios de Educación e Información. La Iglesia se las prometía felices pensando que con esos dos instrumentos en la mano podría evangelizar al pueblo. No advirtió que la novia iba ya preñada de modernidad y que las débiles costuras ideológicas del traje nupcial iban a estallar de un momento a otro.
La fe, arremetida por el progreso, zozobró. Pasadas las escaseces y disciplinas que recordaban la reciente guerra, la vida se hizo más civil, es decir, más civilizada, y las costumbres se relajaron. Los matrimonios cristianos se refocilaban en el metisaca sin intención de concebir hijos. Se extendía la idea de que el sexo es un bien que la casada puede disfrutar sin merma de santidad. Algunos maridos se atrevían a solicitar de sus mujeres lo que unos años antes solo se practicaba con las putas.

La moda de los pantalones femeninos despertó una agria polémica. No sospechaban los que protestaron airados ante tamaño descoco que unos años después, en 1965, Mary Quant se inspiraría en una imagen de san Tarsicio y lanzaría la minifalda, una moda que conmocionó el edificio de la moral hasta sus cimientos más profundos. Monseñor Muñoyerro, arzobispo de León, preguntaba al ministro Fraga si no sería posible prohibir la minifalda. No lo era, como tampoco era posible detener el progreso.

El abismo existente entre la moral sexual de la periferia y el interior y de las grandes ciudades y los núcleos reducidos se ahondó aún más. Cuando los municipales de Marbella hacían la vista gorda a las bañistas en top-less siempre que se limitaran a tomar el sol sobre la hamaca y no anduvieran con las domingas al aire, el alcalde de Santos de Maimona (Badajoz) publicaba un bando sobre moral pública en el que «prohíbe a las parejitas pasear después del anochecer por lugares solitarios y fuera del casco urbano», censura a los «novios bufanda» (sic) y amenaza a los infractores con «exposición pública de sus nombres en las pizarras del paseo» es decir, el sambenito, como en la Edad Media.

La libertad sexual se convirtió en adalid de la libertad política que demandaba el pueblo español, recién despierto tras el prolongado sueño de la dictadura franquista. En este ambiente arreciaron las reivindicaciones feministas, lo que sorprendentemente no siempre resultó bien acogido por la progresía intelectual.
Sin juicios, sin moralinas. Que la jodienda no tiene enmienda ya lo sabíamos así que no cabe sorpresa en la constatación de que en este mundo permisivo y hedonista que hemos construido o nos han construido, la lujuria rige nuestras vidas. Que sea para bien y a quien Dios se la dé, san Pedro se la bendiga.

This is another magnificent book by this Jaén writer and one of the capital sins of the history of Spain, the first volume that is clearly a book 100% of the author in its theme and where it recreates in lust.

The Church has put so many obstacles to the legitimate pleasure of sex that society has produced a double moral: the official, the appearance, adjusted to the tyranny of the priests, and the real, in which each surreptitiously satisfied, cures included Popular wisdom has formulated it irreproachably: «if in the sixth there is no forgiveness / or in the ninth rebate / may our lord / fill the straw sky».
– So the fuck has no amendment

Traditionally the Spanish woman has remained locked in the gynoecium of the home (the hall of the podium): «Married woman, broken leg». He only goes out to fulfill his devotions, to the church or to a nearby convent, and that is conveniently escorted by an old maid. More serious still is the confinement of ignorance. It is suspected that the educated woman or bachillera can end up puteando, that is, raging sexually
The woman must arrive at the virgin marriage, with the intimate seal intact as a guarantee of her innocence, that all her knowledge and experience of sex will be obtained from her husband.
When you are in bed and Pepe is on you, close your eyes, open your legs and think about the Holy Religion

In Victorian England, contemporary of the time we are describing, science is more advanced and hysteria is treated by massages in the clitoris applied by the doctor or an assistant until the patient reaches the «paroxysmal convulsions» (today we would call it orgasm) that leaves her limp and satisfied. End of the problem

What happens when a woman explores sexuality beyond the regulated sacramental thalamus, that is, puts the horns on her husband?
In this case, Calderonian morality remains in force: the husband can kill the adulteress, as well as the cause of his dishonor, counting on the benevolence of justice (a law that will last until the middle of the 20th century)
The nineteenth century becomes the great century of brothels. The Church considers them a lesser evil as a spillway for rijosos who would otherwise pervert the sinful souls and harass decent women.
The problem of prostitution is that it contributes to the spread of syphilis, a disease imported from America by the discoverers. How to tackle the syphilis that is raging in the big cities, especially between the military and prostitutes, the two most exposed professions? The civil authority offers a possible solution: regulating prostitutes so that they have access to medical services. From 1860 almost all the important cities will have their body of medical hygienists.
The Regulation of Jaén divides the affiliates into four categories: housewives with pupils, prostitutes pupils, prostitutes with their own domicile and housewives of prostitutes without pupils. Each one of them is inscribed in the registration or registration which include, among other data, «the previous occupation and causes that led to prostitution.» They are indicated the «obligation to present themselves punctually and with the greatest composure in the hygiene cabinet, provided with their respective booklets.»

«Isabel II was not a nympho, she was simply badly married, it is true that she had many lovers, but that was customary among the aristocracy and royalty of the time.»
Elizabeth II was expelled from the throne by the «Glorious Revolution». The people took to the streets shouting «Down with the Isabelona, ​​fondona and golfona!» (Big disappointment because she thought they adored her).

The modern condom was born in 1844 when Hankock and Goodyear invented vulcanization, but it only began to spread among European wealthy classes, starting in 1880.

Paying or for the face, Alfonso XIII intimated with a crowd of women (in the photos he appears disheveled and weary of excessive carnal commerce), but we can say that he forgot the joy before she finished her ablutions in the bidet. However there was one that left in him, if not deep footprint, given that it was very superficial, if at least signs of enchantment: the beautiful actress Carmen Ruiz Moragas.

If the sporadic extramarital relationship of the woman is relatively easy, especially in the big city where she has a thousand excuses to leave at any time of the day, the stable relationship that lasts over time is quite complicated. Lovers who can not be seen in public places where someone can meet them are forced to hide their love in reserved places where their privacy is protected.
For that it arises, in the big cities, especially in the cosmopolitan Barcelona, ​​the institution of meublé, a private hotel that favors discreet meetings. It is usually located in the old town, with access to a halt that leads to the rooms through a labyrinth of corridors and patios. In the most luxurious each room has a full bathroom; in normal, only basin …

With the Francoism again the sexual seclusion, example the governor of Leon:
1st Honesty in the dresses, without exaggerating the necklines, skirts and sleeves.
2. Radically suppressed the «without socks». It is better to wear them darned than to go without them. If pesetas are missing, bars and cinemas are suppressed.
3. Minimize the paints on the face and lips and the improper colors of the hair, as there is a girl who leaves her natural cute to become a showcase doll.
4. Suppressed the unfair positions of many couples, and, above all, going through places of little traffic and little light.
5th Suppressed «smoking» among Leonese women; It is very unwomanly habit. Anyone who wants to smoke, take a gun, see a monkey and go to the front.
6. To dedicate the maximum time to work for the wounded and soldiers and to diminish the trips and superfluous expenses.
These six points will begin to be fulfilled as soon as they are published. The same interested parties will take care of them, not giving rise to the intervention of the Authority, which would be felt, but which will not fail to pay attention to disobedience, since we are in times of blind obedience and respecting the mandate. / The Civil Governor.

The prelates fixed the length of the skirt and issued a series of parental guidelines designed to create a trend.
For Pla and Deniel, Archbishop of Toledo, «dresses should not be so short that they do not cover most of the legs; It is not tolerable that they reach only the knee. It is against the modesty of the neckline and there are so bold that could be gravely sinful …
Another class that subtracted from the tyranny imposed by the Church was the aristocratic or well-off, accustomed already of old to make her coat a coat. It is famous that the Marquis of Cotrufes, brother of a brotherhood of Good Friday and first contributor in the restoration of the church of the town and of his images burned by the red hordes during the Marxist revolution, did not see any contradiction in keeping two dear ones. His wife, although she left in the processions of the Corpus with a silver mantilla and rosary and kept the priestess in the parish, did not disgust at an occasional romp with bullfighters, dancers, canons or horsemen.

During National Catholicism, the Church redoubled its efforts to repress masturbation or solitary vice, traditional spillway of youth devoid of better means.
In the boarding schools governed by religious, the obsession with purity governed the life of the establishment. The schoolboy should ignore his body or, at least, hide it modestly not only from the eyes of others, but from his own. «Both when dressing and undressing me -we read in a manual- I will never remain so that the whole body is naked»

Consistent with the concern of the Church, the Ministry of the Interior established regulations on beaches and swimming pools:
1. The use of unseemly bathing suits is prohibited, requiring that they cover the chest and back properly, in addition to wearing skirts for women and sports pants for men.
2. It is forbidden to stay […] out of the water in a bathing suit.
3. It is prohibited for men and women to undress or dress on the beach, outside the closed booth.
4. Any manifestation of nakedness or impropriety in the same aspect that conflicts with honesty and traditional good taste among Spaniards is prohibited »

The Church had proposed to banish any image or allusion that could remotely constitute a foment of sin. Everything that was printed in Spain previously passed through the hands of a censor, if not several. This official, often a poor devil who had nowhere to fall dead, fulfilled his duties with sickly zeal, to ingratiate himself with his superiors.
In each newspaper and magazine there was a retoucher of photographs that enlarged necklines and skirts with ink until they were adjusted to the norms dictated by the ecclesiastical authority.

The Church and the Francoist State had promised each other as soon as the war was over. The Concordat of 1953 was his formal wedding. Spain, as a pretty and dark girlfriend, contributed as dowry to the Ministries of Education and Information. The Church promised them happy thinking that with these two instruments in hand I could evangelize the people. He did not notice that the bride was already pregnant with modernity and that the weak ideological seams of the wedding dress were going to burst from one moment to the next.
Faith, assailed by progress, foundered. After the shortages and disciplines that recalled the recent war, life became more civil, that is, more civilized, and customs relaxed. Christian marriages refociled in the metisaca without intending to conceive children. It extended the idea that sex is a good that the married can enjoy without loss of holiness. Some husbands dared to ask their wives what a few years before was only practiced with whores.

The fashion of the feminine trousers aroused a bitter controversy. They did not suspect those who protested with anger at the size of discourtesy that some years later, in 1965, Mary Quant would be inspired by an image of St. Tarcisius and launch the miniskirt, a fashion that shocked the building of morals to its deepest foundations. Monsignor Muñoyerro, archbishop of León, asked Minister Fraga if it would not be possible to ban the miniskirt. It was not, nor was it possible to stop progress.

The abyss between the sexual morality of the periphery and the interior and of the big cities and the small nuclei deepened even more. When the municipal authorities of Marbella turned a blind eye to bathers in topless whenever they were limited to sunbathing on the hammock and did not walk with Sundays in the air, the mayor of Santos de Maimona (Badajoz) published a side on moral public in which «forbids couples to walk after dark in lonely places outside the urban area», censures the «boyfriends scarf» (sic) and threatens offenders with «public exposure of their names on the boards of the ride »That is, the sambenito, as in the Middle Ages.

Sexual freedom became the champion of the political freedom demanded by the Spanish people, newly awakened after the prolonged dream of the Franco dictatorship. In this environment feminist demands intensified, which surprisingly was not always well received by intellectual progress.
Without judgments, without morals. That the fuck has no amendment we already knew so there is no surprise in the realization that in this permissive and hedonistic world that we have built or have built us, lust governs our lives. May it be for good and to whom God gives it, may Saint Peter bless it.